Se estima que en algunos países no va a ser fácil ratificar el tratado. Lo clave es lo que va a pasar en los congresos de EE.UU. y Japón, los dos pilares del acuerdo. En el Congreso de Estados Unidos los demócratas ya han criticado su aspecto laboral (lo cual −salvo por WikiLeaks− hasta ahora sólo conocen por resúmenes disponibles en salas protegidas de lectura). Según un senador demócrata, para las multinacionales el TPP “es como una gran vasija al final del arco iris, llena de monedas de oro”. Hasta Hillary Clinton criticó su aspecto laboral, pues “no pasa ni la vara mínima al respecto”. También criticó la falta de interés por regular la manipulación cambiaria. Si bien el Presidente Obama ya tiene el “fast-track”, la nueva alianza (poco santa) entre Clinton, Sanders y Trump no le va a ayudar.
Pero la alianza (aún menos santa, particularmente entre industrias del ayer), como las tabacaleras, los grandes contaminantes (como los del petróleo y carbón), Wall Street, Hollywood y los medios de comunicación, junto a las farmacéuticas no ha escatimado esfuerzo (y gasto) en su apoyo. En definitiva, la única opción que va a tener Obama para poder aprobarlo en el Congreso es apoyarse en los republicanos −a riesgo de que cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto- (¿suena conocido?).
En el caso japonés, Shinzo Abe, el primer líder nacido después del fin de la Segunda Guerra Mundial, y ex-ejecutivo de una gran acería, es conocido por su lejanía con los intereses agrícolas que podrían ser afectados. De hecho, llegó a ser presidente de su partido (PLD) derrotando a quien era entonces el ministro de Agricultura. Su cercanía a sectores potencialmente beneficiarios prácticamente asegura su ratificación. Sin embargo, el reciente cambio político en Canadá es una complicación inesperada, aunque el fuerte apoyo de Australia y Nueva Zelandia, los que tienen más que ganar por su gran potencial agrícola y ubicación geográfica, lo compensa.
Hay sectores, como el lobby agrícola en los EE.UU., que están entusiasmados con la apertura del mercado japonés, aunque no están igualmente contentos por el mayor acceso australiano a su mercado del azúcar. La industria automotriz japonesa también ve bien la apertura parcial del NAFTA en términos de las reglas de origen del sector automotor. El FMI y el Banco Mundial tienen los dedos cruzados para que el tratado dé un impulso al debilitado comercio mundial. Pero, a excepción de pocos productos -como los mencionados- el nivel actual de las tarifas ya es bastante bajo; y Chile ya tiene tratados comerciales con todos los países del TPP, incluido con aquellos que se rumorea pueden sumarse más adelante, como Corea del Sur.
Y China, el mayor socio comercial de la mayoría de los países del tratado, ha sido excluida deliberadamente del TPP, con el peligro de que el efecto del tratado, aún en lo comercial, sea negativo, pues sin China el efecto “desviación de comercio” puede perfectamente dominar al de “creación”.
El tratado también tiene una serie de cláusulas que limitan fuertemente el campo de acción de empresas estatales, aspecto que domina el modelo chino, en favor de las multinacionales. Pero con el pragmatismo que las caracteriza, muchas empresas chinas (incluida estatales) ya están instalando plantas de ensamblaje en Vietnam para aprovechar las nuevas ventajas de acceso de ese país al mercado norteamericano.
Fuente : http://ciperchile.cl/2015/11/03/el-tpp-o-como-ceder-soberania-por-secretaria/