miércoles, 4 de noviembre de 2015

LAS NUEVAS CORTES “MICKEY MOUSE” LA LEY DEL PAIS NO SIRVE

¿Y Chile? Como decíamos, nuestro país ya tiene tratados comerciales con todos estos países, y el TPP no innova en materias relacionadas a nuestros principales productos de exportación. Por tanto, poco puede cambiar en esa dirección. ¿Por qué entonces es tan fuerte el apoyo de la derecha, y tantas las loas de los viejos estandartes de la Concertación? Una pista: sólo cinco de los 30 capítulos del tratado dicen relación con comercio internacional. Otra: nuestro ex-presidente, “the trader’s trader”, fue uno de sus instigadores. ¿Sería tan arriesgado pensar que el TPP también tiene relación con la marea político-social que comienza a complicar al modelo neo-liberal en tantas partes del mundo? ¿Busca el TPP crear un dique de contención al respecto? En jerga de economista: ya que este modelo pierde su semblanza a un equilibrio Nash, nuevas instituciones supranacionales, creadas específicamente para ello, pueden fortificarlo −como cuando un equipo cae en la tabla, es hora de salir al exterior a buscar refuerzos-.

¿Qué pasaría mañana, en la era del TPP, si un gobierno decide hacer algo de verdad respecto de nuestros salarios de ineficiencia, y resuelve, por ejemplo, subir en forma ordenada (pero significativa) el salario mínimo? Muy simple: ahora las multinacionales podrán recurrir a las nuevas cortes Mickey Mouse, para pedir compensación.
¿Y si se decide hacer algo radical contra el tabaco? Las corporaciones del rubro (las únicas que pueden elaborar un producto que se puede vender en forma legal, y que mata al usuario si éste hace exactamente lo que se le dice debe hacer con el producto) podrán hacer lo mismo.
  Y si a una multinacional se le niega el permiso para llevar adelante un proyecto por sus daños medioambientales, ésta podrá hacer lo mismo, pero esta vez para pedir compensación por todas las utilidades que podría haber ganado si se le hubiese autorizado seguir adelante.
¿Y qué pasaría si un gobierno decide colocar un techo a la tasa de interés máxima efectiva anual que puedan cobrar las instituciones financieras no mayor a (digamos) 20 puntos porcentuales sobre la tasa de referencia del Banco Central? ¿Y si al mismo tiempo transforma al Banco Estado (empresa estatal, aunque les de vergüenza colocar el “del” en el nombre) en una fuente realmente efectiva de acceso al crédito barato para personas de ingreso bajo y PYMES? ¿O si un gobierno decide crear una AFP estatal como remedio paliativo al actual sistema? (la Comisión Bravo estima que entre los años 2025 y 2035 la mitad de los pensionados recibirá una jubilación que no superará el 15% de su sueldo). En estos casos, la compensación a las corporaciones afectadas podría ser mucho más sustancial por la osadía de querer usar empresas estatales para interferir en el así llamado mercado (¿habrá alguien en Chile que todavía crea que lo que existe se asemeja a un “mercado”?). Si Adam Smith supiera en lo que terminó su quimera…
¿Y si una futura superintendenta de pensiones, a diferencia de la actual, no aprueba (y menos en forma express) la creación de una AFP fantasma, sin infraestructura ni afiliados, cuyo único fin aparente es realizar un “goodwill tributario”, que permite a la AFP matriz una rebaja tributaria de $ 80 mil millones? ¿Y si un gobierno decide colocarle un royalty de verdad a las multinacionales del cobre, para recuperar la renta minera que aún en la actual Constitución pertenece a todos los chilenos? La ira de Voldemort caerá como un relámpago.
Lo mismo si el gobierno decide recuperar y licitar las aguas de las lluvias y las del derretimiento de las nieves, regaladas (¿auto-regaladas?) deshonestamente por los iluminados de la dictadura; o si se decide hacer igual cosa con los derechos de pesca, regalados deshonestamente por nuestra (boleteada) democracia. La nueva institucionalidad supranacional, en lugar de crear espacios para reparar fraudes sistémicos, los va a legitimar, pues será mucho más difícil (caro) repararlos.
Y, como decíamos, si se decide implementar nuevamente controles de cambio, como los del ’90 (tan efectivos en su época, a pesar de su timidez) −para así poder tener un tipo de cambio más estable y competitivo− no sólo habría que saltar la vara artificial del TLC, sino que ahora habría también que compensar a cuanto especulador le de una pataleta. Y olvídense de la posibilidad de hacer política industrial “vertical”, como en Asia, pues dicha política es por definición, un mecanismo que interfiere en la asignación de recursos (con ganadores y perdedores; un ejemplo sería un royalty diferenciado a la minería del cobre para incentivar su industrialización).
¿Y si un gobierno decide (¡por fin!) actuar en defensa de los consumidores, para acabar con tanto abuso? No se sorprendan si en el futuro un gobierno tenga que ir a pedir permiso a las nuevas cortes para poder mirar dentro de una salchicha. La hipótesis de trabajo del TPP, como predicaba Milton Friedman, es que hay que proteger a los consumidores de las interferencias del gobierno, y no de los abusos de las grandes corporaciones.
Fuente : http://ciperchile.cl/2015/11/03/el-tpp-o-como-ceder-soberania-por-secretaria/

No hay comentarios:

Publicar un comentario